El Nueva York que yo vivÃa, por el contrario, experimentaba una rápid a regresión. Aquello era una ruina en ciernes, y mis amigos y yo estáb amos acampados en mitad de sus fragmentos y sus túmulos. No me angusti aba, más bien lo contrario. La decadencia me cautivaba y aún ansiaba m ás: magnolios creciendo entre las grietas del asfalto, estanques y arr oyos formándose en manzanas elevadas y abriéndose camino despacio haci a la costa, animales salvajes regresando tras siglos de exilio.Mient ras tanto, su legado ha sido una ciudad de Nueva York a la que le ha s angrado gran parte de su identidad. Es una ciudad de franquicias y cas uchas de millones de dólares, de servicios públicos mÃnimos e impuesto s de favoritismo, de un Times Square corporativo y un Harlem blanquead o. Hay menos diálogo e intercambio entre clases que nunca y la poca vi da, vigor y color que le queda a la ciudad tiene mucho que ver con la incapacidad de Giuliani para acabar por completo con las leyes de cont rol del alquiler. En una o dos generaciones, la ciudad que él ha dejad o podrÃa intercambiarse con Phoenix o Atlanta, excepto por sus singula ridades geográficas. Sin embargo, hay que decir que los trenes ya han dejado de circular con puntualidad.
Mata a tus ÃÂÃÂdolos
ISBN: 9788493933623
$34.912
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